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El "Ahorro" de la Enron

May 13, 2002 | Los Tiempos

¿No tenía el Gobierno el poder suficiente para impedir que el gasoducto a Cuiabá, tendido por
Enron, dañara el bosque chiquitano? Por supuesto que sí. Pero no hizo nada. Prefirió dar, por increíble que parezca, una licencia ambiental a un proyecto que causó perjucios irreversibles a la fauna y flora de la Chiquitania, como afirmara la ex viceministra de Medio Ambiente, Neyza Roca, bajo el deplorable argumento de que el desarrollo siempre tiene un costo.
Ahora un grupo de parlamentarios ha reiterado -porque, con oportunidad, ya lo habían denunciado- que la otrora poderosa compañía petrolera “ahorró” 70 millones de dólares al modificar el trazado original para el tubo, de tal modo que ese desvío ha puesto en peligro a una de las dos áreas más ricas en biodiversidad de América Latina, según el Banco Mundial.

Los parlamentarios denunciantes ven que, en este “ahorro”, hubo “complicidad de las autoridades bolivianas”. He aquí un lamentable ejemplo del daño que pueden inferir al Estado dos funcionarios -el ex ministro de Desarrollo Sostenible, Érick Reyes Villa, y la ex viceministra Roca- que llegaron a ocupar esas altas funciones por “cuoteo” político y no precisamente por sus méritos profesionales, pues Reyes Villa es ginecólogo, en tanto que Roca ganó fama por desatar una funesta corrida bancaria.

Para estos dos ex funcionarios, el pretendido “desarrollo” es más importante que la naturaleza, cuando, en la actualidad, la riqueza de las naciones reposa en su biodiversidad. Es decir, en los animales y plantas que ahora desaparecerán gracias al trío Enron, Reyes Villa y Roca.
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LA RAZON, 13/05/2002
La Enron golpea de nuevo
Humberto Vacaflor*

Los pecados de la Enron no dejan de sorprender. Ahora se sabe que sobornó a unas ONG ecologistas que operaban en Brasil y EEUU para poder construir un gasoducto en tierras bolivianas.

La denuncia fue refrescada por el Washington Post, pero es tan antigua como el gasoducto a Cuiabá. La férrea oposición que pusieron los ecologistas brasileños y norteamericanos se acabó un día, de pronto, sin saberse cómo fue el arreglo. Otros ecologistas, seguramente rivales o envidiosos, denunciaron que el arreglo supuso el pago de 20 millones de dólares.

Que se sepa, ese arreglo no benefició a los habitantes originarios de la región del bosque seco. Por lo tanto, fue un arreglo de la Enron con los dirigentes de las ONG que, al parecer, tienen ingresos importantes con este método de oponerse a algo con argumentos ecológicos y luego callar repentinamente cuando han logrado recibir un cañonazo de algunos millones. No se tendría que descartar que la denuncia, desenterrada ahora por el Washington Post, haya sido inducida por los intereses de otras ONG que ven cómo se aproxima el momento de la utilización intensiva del gasoducto.

No les faltaría razón, pues la Enron ha dicho por todos los medios a su alcance que, quebrada como está, ha tomado la decisión de jamás deshacerse del negocio boliviano. Los niveles de rentabilidad son tan buenos que no se comparan con otros negocios de otras latitudes.

Las tarifas de transporte que aplica Enron para los ductos que heredó del desprendido gobierno capitalizador están provocando problemas al país. El precio del gas boliviano, puesto en Brasil, se ha elevado demasiado, tanto que los brasileños están exigiendo una revisión del acuerdo vigente. Y eso es, en parte, por la tarifa que rige en territorio boliviano, y por la que rige en territorio brasileño.

La tarifa para el tramo a Cuiabá, en cambio, es especial, según se puede suponer, pues la planta termoeléctrica es de su propiedad.

Lo que ha hecho esta denuncia del Washington Post es revelar que la Enron no solamente comprometió al gobierno capitalizador, sino también al actual, que le dio la autorización para el gasoducto a Cuiabá. Y ha venido a manchar al partido político que ahora se perfila como ganador.

Realmente, el poder de contaminación de la Enron es muy grande.

Lamentablemente para los bolivianos, la investigación que se ha iniciado sobre todo lo que hizo esa empresa en nuestro país tiende a congelarse. Ya son demasiados partidos los comprometidos, y eso le da cierta inmunidad.

*Humberto Vacaflor
es periodista.

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