Traducción de Marcelo Luna | Original en portugués aquí
En una entrevista con la Folha de São Paulo periódico publicado el 10 de marzo, el ministro de Justicia de Brasil, Osmar Serraglio, declaró que “la tierra no llena el estómago de la gente”.
Un excongresista del “ruralista”Bloque [agroindustrial] y actualmente bajo investigación de la Policía Federal Brasileña en relación con la“ Operación Carne Fresca ”[una investigación sobre actividades ilegales en mataderos de ganado y operaciones agroindustriales], el Sr. Serraglio simplemente está regurgitando la idea de los que ven tierras como nada más que una mercancía comerciable.
Pero hasta cierto punto, en lo que respecta al tema que ha planteado, lo ha clavado: para las personas tradicionales como nosotros, la tierra nutre nuestro espíritu y nuestra identidad.
Somos la tierra. Somos inseparables de ella. No queremos que la tierra sea lucrativa, sino que asegure nuestra existencia.
“Creo que deberíamos ir allí para ver dónde están los indios. Les daremos buenas condiciones de vida y luego podremos dejar esta discusión sobre la tierra ”, agregó Serraglio.
¿Qué quiere decir con "buenas condiciones de vida" para los indígenas? Con una afirmación así, el Ministro desvela un pensamiento etnocéntrico y paternalista, a pesar de vivir en el siglo XXI.
Este gobierno parece estar guiado por una forma anticuada de ver el mundo, como si nuestros líderes ignoraran el progreso científico y social que ha transformado nuestro planeta desde la década de 1960.
Cuando era miembro del Congreso, el Ministro de Justicia presidió el proyecto PEC 215, una propuesta de reforma constitucional para transferir la facultad de otorgar títulos de tierras indígenas del Gobierno Federal [específicamente, la Agencia Nacional de Asuntos Indígenas - FUNAI] a Congreso. Estoy seguro de que esta “calificación” fue decisiva para su nombramiento al Ministerio de Justicia.
Hoy, el Gobierno Federal ha superado incluso el ruralista miembros del Congreso en sus ataques a nuestros derechos. Ya en enero, el entonces ministro de Justicia, Alexandre Moraes, había creado un grupo de estudio para reevaluar los procesos anteriores de titulación de tierras llevados a cabo por FUNAI.
En las últimas semanas, ha habido noticias de un proyecto de ley destinado a facilitar la venta de tierras a extranjeros, lo que limitaría la cantidad de tierras potencialmente tituladas a los pueblos indígenas. ¿Cómo no ver una acción coordinada a través de estas diversas iniciativas?
Sin embargo, su visión codiciosa es miope; solo llega a la cosecha de esta temporada. Las tierras indígenas ayudan a regular el clima del planeta, ya que son obstáculos para la deforestación. Hay diez veces menos deforestación en tierras indígenas que en tierras no tituladas.
La sección de la selva amazónica bajo nuestra protección almacena 13 mil millones de toneladas de carbono. Sin estas reservas, Brasil no cumplirá con las metas establecidas en el Acuerdo Climático de París.
Según el estudio de 2011, “La economía del cambio climático en Brasil”, los impactos del cambio climático resultarán en una caída del 20% en la producción de soja del país hasta el 2050, una pérdida anual de US $ 1.9 millones.
Tal visión estratégica no se espera de un ministro de Justicia: su principal deber es proteger la Constitución. Y la Constitución de Brasil, conocida por tener en cuenta al ciudadano, garantiza los derechos de los pueblos indígenas.
Sin embargo, Brasil lidera la clasificación de países donde más activistas ambientales fueron asesinados en 2015, según una encuesta de Global Witness, una ONG internacional.
En este contexto, la lamentable declaración del ministro puede generar aún más inseguridad en las zonas rurales.
Sonia Bone Guajajara es la Coordinadora Ejecutiva de la Asociación de Pueblos Indígenas de Brasil (Articulação dos Povos Indígenas de Brasil - APIB)
